
En función de estos intereses, uno y otro grupo ya están midiendo fuerzas. Han tenido lugar dos plenarios: el de la agrupación Germán Abdala, de Yasky, reunió unas tres mil personas en Lanús; el de la agrupación también Germán Abdala, de De Gennaro, juntó unas setecientas en Villa Constitución. La jujeña Milagro Sala no participó de ninguno de los plenarios y el ‘neumático’ Watsiejko, de los dos. Como se puede ver, las segundas filas de la burocracia también están ‘midiendo’ a ambos grupos. Watsiejko enfrenta cotidianamente, no a las patronales, sino a los activistas combativos de su sindicato. Milagro Sala reparte su tiempo entre la Constituyente Social de De Gennaro y el acaparamiento de fondos que le asigna el gobierno nacional. La jujeña Sala maneja un frondoso padrón de afiliados a la CTA, gracias al método que reconoce la afiliación individual, que pesaría bastante en el desenlace de las elecciones. Quien juega sin ambigüedades es la fracción de Roberto Pianelli, del sindicato del Subte: apoya sin vacilaciones al K Yasky, con lo que alcanza la meta final que se propuso hace un par de años de “cavar trincheras con la burocracia” (textual). Tampoco duda el burócrata de Foetra, Claudio Marín, un pionero de la alianza con Moyano en su sindicato (con los pulpos telefónicos) –también con Yasky. De Gennaro, mientras asegura que ya ha reunido los 16 mil candidatos para las elecciones de septiembre, caracteriza su rivalidad con Yasky, en un documento, como una “interna entre la CGT y la CTA”, o sea que anticipa la ruptura de la CTA: ni él ni Yasky aceptarían encubrir, si son derrotados, proyectos antagónicos. La división de la CTA consumaría un proceso de agotamiento como fuerza sindical, que se ha manifestado en el ninguneo a las grandes luchas sindicales de este período (Kraft, Subte, Tabacal, Massuh, Stefani, entre las más recientes), cuando no en la entrega directa, como ocurre con Ctera.
La ofensiva de Yasky con vistas a las elecciones de la CTA, es furiosa: ha salido a una campaña de pintadas que, por el formato, parece hecha por los “especialistas” del PJ, que dice solo “Yasky conducción”. De Gennaro está a la defensiva, intuyendo la derrota. Por eso le propuso unificar las elecciones de Ctera y la CTA en una lista única que “alternara”, entre los dos, la secretaría general. Yasky lo rechazó. El paso seguido de la corriente de De Genaro fue bajarse él mismo de la candidatura, que se la pasó a Micheli. De Gennaro tiene una larga trayectoria de recules en momentos decisivos. Este panorama nos dice que estamos no solamente ante una perspectiva de ruptura de la CTA, sino ante la certeza de su copamiento por Yasky y los K; de la transformación de la CTA en apéndice del kirchnerismo; y por último, e igualmente importante, de la liquidación de la corriente de De Gennaro.
Los activistas combativos de la CTA, que se encuentran organizados en distintas corrientes generales o en los lugares de trabajo, se enfrentan a una disyuntiva. Por un lado, si se alinean con alguno de los dos bloques en pugna, no solamente avalarían trayectorias patronales (no hay que olvidar el papel de Yasky y De Gennaro en la promoción y el apoyo al gobierno de la Alianza), sino que también serían arrastrados a la división de la CTA y tendrían que asumir la responsabilidad por esta división. Si esto fuera poco, aquellos que actúan bajo el ala de De Gennaro y que alimentan expectativas ‘nacionales y populares’ en Proyecto Sur, se enfrentan ante el problema de la capitulación de este sector ante Yasky y ante la perspectiva de su liquidación como corriente política –lo que Yasky tratará de consumar en las elecciones, primero de Ctera, en junio, luego de la CTA.
En estas condiciones, una política superadora pasa por desarrollar una convocatoria contra la división de la CTA y contra la transformación completa de la CTA en un apéndice del pejoto-kirchnerismo (con Sabbatella incluido). Se trata de una convocatoria a toda la diversidad de tendencias combativas, que deberá ir acompañada con un plan de intervención común en las luchas y por el reconocimiento de los nuevos delegados y sindicatos que cuentan con apoyo de la base de sus industrias o lugares de trabajo.
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