lunes, 6 de septiembre de 2010

"FUERA MACRI, KIRCHNER ES COMPLICE"


ESTUDIANTAZO: UN SÍNTOMA POLÍTICO

A esta altura, no caben dudas de que la rebelión de los estudiantes secundarios expresa una tendencia de fondo de buena parte del pueblo contra el gobierno de Macri. La ocupación de más de 20 colegios y la participación en la lucha de muchos más son una manifestación clara de una crisis política aguda.
Las rebeliones estudiantiles siempre son la expresión de un fenómeno más general. Cuando en el año 1999 las universidades se levantaron contra el “ajuste” presupuestario, anunciaron el final de la década menemista. Meses después sería derrotado el PJ por la Alianza. En 2001, otro levantamiento estudiantil, pero esta vez contra el ajuste de López Murphy, anticipó una rebelión de conjunto mucho más profunda, que se llevaría puesto al gobierno de De la Rúa-Cavallo: el Argentinazo. En la Ciudad de Buenos Aires, los estudiantes secundarios con sus ocupaciones de colegios marcaron a fuego al gobierno centroizquierdista de Ibarra, que no pudo sobrevivir luego de la masacre de Cromañón. Para mostrar que no se trata sólo de una característica local, digamos que el levantamiento de los “pingüinos” chilenos (denominación de los estudiantes secundarios) anticipó mejor que cualquier encuestador de opinión la derrota y disolución de la Concertación del PS y la Democracia Cristiana de Chile.
En el caso concreto del levantamiento actual de los secundarios, lo que Macri quiere ocultar es más que un derrumbe edilicio de magnitudes en las escuelas del distrito más rico del país.
En la misma semana que crecían las ocupaciones, los docentes de la Ciudad realizaron un paro por aumento de salarios de una masividad impactante. Tenemos, por lo tanto, los elementos de una crisis educativa integral. La crisis edilicia, de todas maneras, debe ser subrayada porque es la expresión física, material, de un retroceso de la educación pública en la Ciudad que viene de años y cuya responsabilidad abarca a los sucesivos gobiernos, ya sean centroizquierdistas o derechistas. Los grandes beneficiados han sido los capitalistas de la educación y, en primer lugar, el más grande de ellos: el clero, los que han visto crecer la matrícula de los colegios privados al mismo ritmo que retrocede la educación pública.
La lucha de los secundarios pone en el banquillo de los acusados a todo un régimen político.
Por eso los K, que se acercaron a las reuniones de los pibes para hacer demagogia barata contra Macri, se alejaron rápidamente para finalmente darle la espalda a su lucha. Los secundarios, sabios, dijeron “Fuera Macri, Kirchner es cómplice”, rechazando ser usados por las fracciones capitalistas en pugna y también conscientes que para luchar en serio contra el empresario derechista no se puede estar atado a los compromisos e intereses que envuelven al gobierno nacional. Esta conclusión estaba abonada por una experiencia directa: en los colegios dirigidos por directores del sindicato kirchnerista UTE, la persecución contra los estudiantes más activos es tan o más fuerte que donde están los macristas. Siguiendo con la UTE, la masividad del paro docente dejó planteada la continuidad de un plan de lucha en serio, pero sus dirigentes han pasado a los cuarteles de invierno. Decir que la “gente no da” sería un desatino, teniendo en cuenta la masividad del paro, y argumentar que “las condiciones políticas no son propicias” sería ya un absurdo, dado que, por un lado, los secundarios tienen a Macri contra las cuerdas y, por el otro, el procesamiento del empresario y la crisis abierta por las “escuchas” ponen a Macri en un cuadro de debilidad evidente. La pregunta a los dirigentes K y centroizquierdistas de UTE es: “sino no es ahora, ¿cuándo?”
Con la rebelión estudiantil volvió también el macartismo: los ataques al PO, contra la Fuba y la izquierda forman parte del paisaje. En el pasado, Ibarra también acusaba al PO por las ocupaciones de colegios y en las universidades el ataque al PO y a la Fuba por toda lucha o expresión de repudio al orden existente fue y es un lugar común.
No cabe duda de que estamos en presencia de un síntoma político fuerte en la Ciudad, signada por el deterioro político del macrismo y el desarrollo de movilizaciones populares. La lucha de los secundarios actúa como acicate y están los elementos reunidos para que asistamos a movilizaciones de nuevos contingentes de trabajadores, dentro de los que podrían destacarse los de la salud. Es que los hospitales, de igual modo que los colegios, sufren un deterioro sistemático, que es el resultado de una política capitalista deliberada contra la salud pública y al servicio de los grandes intereses de la medicina privada. En la lista hay que agregar al resto de los trabajadores municipales, cuyo salario está siendo devorado por la inflación mientras se posterga indefinidamente el pase a planta permanente que el gobierno y Sutecba habían prometido.
A la luz de estas conclusiones, se plantea la necesidad de profundizar la movilización educativa, extenderla al resto de los sectores populares de la Ciudad y, al mismo tiempo, desarrollar un trabajo de agitación política contra el macrismo y el kirchnerismo.

Gabriel Solano

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