lunes, 22 de noviembre de 2010

Un presupuesto para el Club de París

Hace diez años, salió a la luz un régimen de sobornos en el Senado para sacar adelante leyes de flexibilidad laboral reclamadas por el pulpo Techint. La revelación fue un síntoma de que el gobierno de De la Rúa estaba irrevocablemente condenado -esto debido a la implacable recesión que no lograba revertir. La historia se repite, esta vez en Diputados, cuando no se ha cumplido aún el mes del fallecimiento de Kirchner. ¿Para qué coimear si el gobierno, según la Presidenta, tiene "instrumentos legales" alternativos, como prorrogar el Presupuesto de 2010? Es que el gobierno quiere negociar un pago escalonado de los siete mil millones de dólares de la deuda fraudulenta con el Club de París, lo cual requiere una garantía institucional como lo es el acuerdo con ese gasto por parte del Congreso -en especial, cuando el gobierno ha rechazado la supervisión de las cuentas públicas por parte del FMI. Es precisamente la extorsión que la Presidenta formuló en su último discurso en cadena: "si no me dan el Presupuesto, vino a decir, un fracaso de esa negociación será responsabilidad de la oposición". La extorsión funcionó -al menos por un tiempo: medio bloque del PRO saltó de bando y la fracción alfonsinista de la UCR cambió de jefe parlamentario en un abrir y cerrar de ojos con la finalidad de llegar a un acuerdo con el Ejecutivo (incluso Reutemann hizo su ‘gesto' con su retirada de la Mesa del Peronismo Federal). La exposición de las coimas y aprietes, sin embargo, parece haber echado todo a perder, de modo que el gobierno deberá funcionar, de aquí en más, a puro decreto. Los usureros internacionales no dejarán de aprovechar la oportunidad para apretar más a fondo -cobrar en mucho menos tiempo de lo que pretende el oficialismo. La crisis ha expuesto al gobierno como una madriguera de coimeros y a la oposición como una parva de oportunistas y carreristas sin principios ni programa. Este resultado político fue calificado, durante las exequias del ex Presidente, como la "reconstrucción de las instituciones y la reemergencia de la política".

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Jorge Altamira

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