Con el rescate parcial de las deudas de las provincias por el Estado nacional, el kirchnerismo ha salido a tramitar su propio rescate político. El gobierno cubrirá los vencimientos provinciales de 2010 y 2011 con “aportes del tesoro nacional” (ATN) que le adeudaba a las mismas provincias. El resto de la deuda, que totaliza 65 mil millones de pesos, será refinanciada a un bajo interés, hasta 2030. Este rescate, a diferencia del griego, no viene acompañado por un ‘plan de ajuste’ para las provincias, aunque la factura la tendrán que pagar los contribuyentes con mayores impuestos, o los consumidores con mayor inflación. Por medio de esta oferta generosa, los K esperan neutralizar la oposición creciente de los gobernadores afectados por el derrumbe financiero de sus distritos y lograr que los representantes de las provincias ‘no acompañen’ la coparticipación del impuesto al cheque –que la Presidenta estaba dispuesta a vetar en cualquier caso. La famosa ‘caja’, a la que se hace mención con tanta frecuencia, ha funcionado aquí a pleno. Sin embargo, ha dejado a muchos gobernadores a la deriva, pues provincias como Santa Fe o San Luis se beneficiarían bastante menos que el resto, debido a que están también menos hipotecadas.
De cualquier manera, como cualquier otro rescate, el de las provincias no ha sido impuesto solamente por el completo derrumbe de sus finanzas públicas: es, por sobre todo, la consecuencia del fracaso de las tentativas de repararlas recurriendo a préstamos internacionales. El rescate no cubre el quebranto corriente de las provincias (déficit), el cual se estima, para 2010, entre 13.000 y 15.000 millones de pesos. Según La Nación (12/5), “los gobernadores seguirán dependiendo de las transferencias de la Nación para sus gastos corrientes”. Discrepamos. El rescate apunta a que las provincias puedan refinanciar las deudas, muy comprometidas, contraídas con los acreedores privados, sin merma alguna para estos, y por sobre todo salir a buscar crédito del exterior. Al igual que el canje, este rescate apunta a producir un nuevo ciclo de endeudamiento –al que recurrirá el gobierno nacional para financiar, entre otros, este rescate, y las provincias para financiar su déficit corriente. La medida de los K es un gigantesco subsidio a la burguesía, no a los trabajadores, exactamente como lo hacen los restantes gobiernos capitalistas en todo el mundo. La oposición parlamentaria no dice una palabra sobre esto y, por razones de clase muy claras, descarga su batería sobre las ambiciones ‘del matrimonio’. Los K ingresan en la fase final de la burbuja financiera mundial, ya en plena crisis, cuando los fondos especulativos apuestan al derrumbe de las finanzas públicas para cobrar los seguros correspondientes, por un lado, y a costa de la ruina de sus rivales, por el otro. El rescate no resuelve la crisis financiera de las provincias: la agiganta.
Excepcionalidad
Con este anuncio, el Presupuesto 2010 ha pasado a mejor vida y se ha transformado en un enorme Indek, y las finanzas del Estado han pasado a ser manejadas por medio de “decretazos”. La oposición capitalista, sin embargo, ha saludado, en su mayor parte, la medida oficial, atribuyéndose incluso su autoría. En este caso, ni siquiera se ha acordado de ‘la defensa de la institucionalidad’. Ella misma avala recursos de excepción. Más lejos de esto ha ido Luis Juez, el aliado de Solanas, que añadió la necesidad de exigirle al gobernador Schiaretti “que los fondos sirvan para seguir achicando la deuda” y asegurar “Estados austeros” (La Voz, 13/5), o sea avanzar en un ajuste. A los 55 mil millones de pesos de déficit fiscal, que el gobierno nacional ya no podía cubrir, deberá cargar ahora con la “gracia” otorgada a las provincias, así como con las deudas corrientes. Se le hace inevitable sustentar estos agujeros con nueva deuda externa, algo que promueve sin freno con el argumento de ‘no caer en la recesión’ o ‘promover la recuperación’. El kirchnerismo le ha facilitado un “canje” de deuda a las provincias a imagen y semejanza de su propio “canje”. Como lo hace la banca central europea con Grecia, los Kirchner prometen “blindar” a las provincias –y “blindarse” políticamente a sí mismos– con recursos que no tienen.
Los K presentan el rescate de las provincias como una prueba de su capacidad de gobierno y hasta como un reforzamiento político. Incluso si esto fuera cierto, se trata de una factura salada que beneficia a los acreedores del Estado y a los ‘buitres’ financieros internacionales. Pero la precariedad del recurso salta a la vista, en medio de la ‘volatilidad’ que ha alcanzado la crisis mundial.
Como se plantea para el conjunto del país y para todas las naciones sometidas al capital financiero, la salida es repudiar las deudas al capital financiero y reestructurar a la sociedad mundial sobre bases socialistas.
De cualquier manera, como cualquier otro rescate, el de las provincias no ha sido impuesto solamente por el completo derrumbe de sus finanzas públicas: es, por sobre todo, la consecuencia del fracaso de las tentativas de repararlas recurriendo a préstamos internacionales. El rescate no cubre el quebranto corriente de las provincias (déficit), el cual se estima, para 2010, entre 13.000 y 15.000 millones de pesos. Según La Nación (12/5), “los gobernadores seguirán dependiendo de las transferencias de la Nación para sus gastos corrientes”. Discrepamos. El rescate apunta a que las provincias puedan refinanciar las deudas, muy comprometidas, contraídas con los acreedores privados, sin merma alguna para estos, y por sobre todo salir a buscar crédito del exterior. Al igual que el canje, este rescate apunta a producir un nuevo ciclo de endeudamiento –al que recurrirá el gobierno nacional para financiar, entre otros, este rescate, y las provincias para financiar su déficit corriente. La medida de los K es un gigantesco subsidio a la burguesía, no a los trabajadores, exactamente como lo hacen los restantes gobiernos capitalistas en todo el mundo. La oposición parlamentaria no dice una palabra sobre esto y, por razones de clase muy claras, descarga su batería sobre las ambiciones ‘del matrimonio’. Los K ingresan en la fase final de la burbuja financiera mundial, ya en plena crisis, cuando los fondos especulativos apuestan al derrumbe de las finanzas públicas para cobrar los seguros correspondientes, por un lado, y a costa de la ruina de sus rivales, por el otro. El rescate no resuelve la crisis financiera de las provincias: la agiganta.
Excepcionalidad
Con este anuncio, el Presupuesto 2010 ha pasado a mejor vida y se ha transformado en un enorme Indek, y las finanzas del Estado han pasado a ser manejadas por medio de “decretazos”. La oposición capitalista, sin embargo, ha saludado, en su mayor parte, la medida oficial, atribuyéndose incluso su autoría. En este caso, ni siquiera se ha acordado de ‘la defensa de la institucionalidad’. Ella misma avala recursos de excepción. Más lejos de esto ha ido Luis Juez, el aliado de Solanas, que añadió la necesidad de exigirle al gobernador Schiaretti “que los fondos sirvan para seguir achicando la deuda” y asegurar “Estados austeros” (La Voz, 13/5), o sea avanzar en un ajuste. A los 55 mil millones de pesos de déficit fiscal, que el gobierno nacional ya no podía cubrir, deberá cargar ahora con la “gracia” otorgada a las provincias, así como con las deudas corrientes. Se le hace inevitable sustentar estos agujeros con nueva deuda externa, algo que promueve sin freno con el argumento de ‘no caer en la recesión’ o ‘promover la recuperación’. El kirchnerismo le ha facilitado un “canje” de deuda a las provincias a imagen y semejanza de su propio “canje”. Como lo hace la banca central europea con Grecia, los Kirchner prometen “blindar” a las provincias –y “blindarse” políticamente a sí mismos– con recursos que no tienen.
Los K presentan el rescate de las provincias como una prueba de su capacidad de gobierno y hasta como un reforzamiento político. Incluso si esto fuera cierto, se trata de una factura salada que beneficia a los acreedores del Estado y a los ‘buitres’ financieros internacionales. Pero la precariedad del recurso salta a la vista, en medio de la ‘volatilidad’ que ha alcanzado la crisis mundial.
Como se plantea para el conjunto del país y para todas las naciones sometidas al capital financiero, la salida es repudiar las deudas al capital financiero y reestructurar a la sociedad mundial sobre bases socialistas.
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