El lunes 5, una asamblea de trabajadores del Metro de Madrid pospuso hasta el 12 de julio la adopción de nuevas medidas de lucha, con el objetivo de negociar con la empresa recortes presupuestarios que no afecten a la masa salarial. La decisión es una clara concesión a la exigencia de levantar las medidas de fuerza para negociar por parte de la Comunidad de Madrid, el patrón de los trabajadores del subterráneo. No es menos cierto que la Comunidad pasó de la intransigencia absoluta a la voluntad de negociar. Más allá del buen fin de esta negociación, la huelga de los trabajadores y empleados de Metro fue uno de los hechos que desnudaron hasta qué punto el control de las direcciones de Unión General de Trabajadores (UGT) y de Comisiones Obreras (CCOO) puede resquebrajarse.
La semana del 21 de junio, los trabajadores del Metro votaron en asamblea tres días de huelga –el 28, 29 y 30 de junio– en contra de la rebaja salarial del 5% que el gobierno de la Comunidad de Madrid estableció. El lunes 28, la Asamblea de Madrid, parlamento regional, aprobó la reducción de sueldos para 200.000 trabajadores, entre ellos médicos, profesores, trabajadores de las universidades públicas y medios de comunicación como Telemadrid. El decreto de la Comunidad de Madrid incluyó además a los trabajadores de empresas públicas que fueron exceptuados en el decreto del gobierno central, entre ellos los del Metro.
El mismo lunes 5, ante la aprobación del decreto por la Comunidad, una asamblea de los trabajadores de Metro decidió mantener la huelga los días 29 y 30 de junio, pero no respetar los servicios mínimos abusivos aprobados por la empresa a la vista de la aprobación del decreto. Los trabajadores exigen ahora, entre otras cosas, que se retiren las más de 400 sanciones contra los huelguistas a raíz de los dos días de “huelga salvaje”.
En el Metro, además de los sindicatos CCOO y UGT, están presentes otras organizaciones sindicales. En particular Solidaridad Obrera, rama sindical de la anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Los trabajadores de Metro tienen además una larga tradición de lucha. Esta huelga tuvo lugar en medio de la tregua de hecho que CCOO y UGT han dictado para favorecer la aprobación de una reforma laboral antiobrera en el parlamento español antes de agosto. Tanto CCOO como UGT están presentes en el comité de empresa y de huelga, y han tenido que plegarse al movimiento; son signos de sus dificultades de supervivencia. Durante una semana, los trabajadores del Metro fueron el referente de la resistencia obrera.
Entretanto, en plena efervescencia madrileña, el 29 de junio se celebró en el País Vasco una huelga general. La huelga convocada por el sindicato nacionalista ELA-STV, vinculado con el Partido Nacionalista Vasco, y por LAB, el sindicato controlado por la izquierda independentista, tuvo una repercusión desigual, aunque de acuerdo con sus organizadores fue cumplida con éxito en las grandes concentraciones industriales de la región y en los transportes públicos. La jornada se cerró con importantes manifestaciones en las principales ciudades del País Vasco. Comisiones Obreras de Euskadi decidió plegarse a la huelga del 29 de junio. Es decir, por una vez que los sindicatos nacionalistas lanzan una movilización de clase contra las medidas del gobierno, CCOO se ve obligada a seguir el movimiento para no quedar en la acera de Rodríguez Zapatero, pero se da el lujo de decir que el decreto del gobierno ha sido por ausencia de negociación sindical, cuando ellos –CCOO y UGT– se pasaron meses en la mesa de negociación sin resultado alguno. En todo caso, el decreto es resultado de la pasividad de CCOO y UGT (www.ccoo-euskadi.net/webeuskadi/menu.do?Inicio:91066).
El otro acontecimiento significativo fue la convocatoria en Barcelona de una asamblea de trabajadores, ciudadanos y estudiantes por parte de los trabajadores y el comité de empresa de los trabajadores de autobuses de Barcelona. De acuerdo con los compañeros de En Defensa del Marxismo de Barcelona, que concurrieron al acto, asistieron entre 300 y 400 personas. La asamblea declaró que aspira a utilizar la convocatoria a la huelga pos-datada por parte de CCOO y UGT para el 29 de septiembre, dentro de dos meses y medio, en un eje de movilización. El acta de la asamblea declara que “resulta escandalosa la actuación de las cúpulas de CCOO y UGT, que después de haber apoyado a Zapatero durante todos estos años, ahora se muestran incapaces de plantarle cara. En lugar de convocar una huelga general para echar atrás las medidas, dejan que estas se aprueben, y nos hablan de una hipotética ‘huelga general’ para fines de septiembre.”
La asamblea propuso crear comités y asambleas de fábrica y de barrios, y organizar a los desocupados. El 15 de septiembre se ha convocado una nueva asamblea. Mientras tanto funcionarán comités de comunicación y expansión del movimiento, y se planteará el trabajo fábrica por fábrica, barrio por barrio, a partir de la auto-organización de los militantes y trabajadores. El comité de empresa de los trabajadores de autobuses de Barcelona tiene mayoría de corrientes clasistas y ha estado a la vanguardia de las luchas por el salario y las condiciones de trabajo en esa ciudad.
La semana del 21 de junio, los trabajadores del Metro votaron en asamblea tres días de huelga –el 28, 29 y 30 de junio– en contra de la rebaja salarial del 5% que el gobierno de la Comunidad de Madrid estableció. El lunes 28, la Asamblea de Madrid, parlamento regional, aprobó la reducción de sueldos para 200.000 trabajadores, entre ellos médicos, profesores, trabajadores de las universidades públicas y medios de comunicación como Telemadrid. El decreto de la Comunidad de Madrid incluyó además a los trabajadores de empresas públicas que fueron exceptuados en el decreto del gobierno central, entre ellos los del Metro.
El mismo lunes 5, ante la aprobación del decreto por la Comunidad, una asamblea de los trabajadores de Metro decidió mantener la huelga los días 29 y 30 de junio, pero no respetar los servicios mínimos abusivos aprobados por la empresa a la vista de la aprobación del decreto. Los trabajadores exigen ahora, entre otras cosas, que se retiren las más de 400 sanciones contra los huelguistas a raíz de los dos días de “huelga salvaje”.
En el Metro, además de los sindicatos CCOO y UGT, están presentes otras organizaciones sindicales. En particular Solidaridad Obrera, rama sindical de la anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Los trabajadores de Metro tienen además una larga tradición de lucha. Esta huelga tuvo lugar en medio de la tregua de hecho que CCOO y UGT han dictado para favorecer la aprobación de una reforma laboral antiobrera en el parlamento español antes de agosto. Tanto CCOO como UGT están presentes en el comité de empresa y de huelga, y han tenido que plegarse al movimiento; son signos de sus dificultades de supervivencia. Durante una semana, los trabajadores del Metro fueron el referente de la resistencia obrera.
Entretanto, en plena efervescencia madrileña, el 29 de junio se celebró en el País Vasco una huelga general. La huelga convocada por el sindicato nacionalista ELA-STV, vinculado con el Partido Nacionalista Vasco, y por LAB, el sindicato controlado por la izquierda independentista, tuvo una repercusión desigual, aunque de acuerdo con sus organizadores fue cumplida con éxito en las grandes concentraciones industriales de la región y en los transportes públicos. La jornada se cerró con importantes manifestaciones en las principales ciudades del País Vasco. Comisiones Obreras de Euskadi decidió plegarse a la huelga del 29 de junio. Es decir, por una vez que los sindicatos nacionalistas lanzan una movilización de clase contra las medidas del gobierno, CCOO se ve obligada a seguir el movimiento para no quedar en la acera de Rodríguez Zapatero, pero se da el lujo de decir que el decreto del gobierno ha sido por ausencia de negociación sindical, cuando ellos –CCOO y UGT– se pasaron meses en la mesa de negociación sin resultado alguno. En todo caso, el decreto es resultado de la pasividad de CCOO y UGT (www.ccoo-euskadi.net/webeuskadi/menu.do?Inicio:91066).
El otro acontecimiento significativo fue la convocatoria en Barcelona de una asamblea de trabajadores, ciudadanos y estudiantes por parte de los trabajadores y el comité de empresa de los trabajadores de autobuses de Barcelona. De acuerdo con los compañeros de En Defensa del Marxismo de Barcelona, que concurrieron al acto, asistieron entre 300 y 400 personas. La asamblea declaró que aspira a utilizar la convocatoria a la huelga pos-datada por parte de CCOO y UGT para el 29 de septiembre, dentro de dos meses y medio, en un eje de movilización. El acta de la asamblea declara que “resulta escandalosa la actuación de las cúpulas de CCOO y UGT, que después de haber apoyado a Zapatero durante todos estos años, ahora se muestran incapaces de plantarle cara. En lugar de convocar una huelga general para echar atrás las medidas, dejan que estas se aprueben, y nos hablan de una hipotética ‘huelga general’ para fines de septiembre.”
La asamblea propuso crear comités y asambleas de fábrica y de barrios, y organizar a los desocupados. El 15 de septiembre se ha convocado una nueva asamblea. Mientras tanto funcionarán comités de comunicación y expansión del movimiento, y se planteará el trabajo fábrica por fábrica, barrio por barrio, a partir de la auto-organización de los militantes y trabajadores. El comité de empresa de los trabajadores de autobuses de Barcelona tiene mayoría de corrientes clasistas y ha estado a la vanguardia de las luchas por el salario y las condiciones de trabajo en esa ciudad.
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