El gobierno ha salido a decir que no hay ningún tarifazo en la electricidad y el gas, sino que se trata de la aplicación del mismo régimen que ya se había aplicado el año pasado. Los publicistas del gobierno han ido más allá y proclaman que se está ante “las mismas tarifas, un año después” (Página/12, 30/7).
Es falso. Las tarifas del gas del año pasado contenían un aumento de 2008 que iba desde el 43% para los consumos muy bajos hasta 56% para los más altos. Si a esto se le agrega el cargo tarifario (que es lo único cuestionado en la Justicia), los aumentos van del 78 al 150%. A lo que hay que agregar la decisión del gobierno, en 2009, de reducir el subsidio con el que reducía el costo del consumo de energía de los hogares.
Es decir, entre 2008 y 2009 los bolsillos de los trabajadores argentinos fueron saqueados por decisiones del gobierno para, de un lado, mejorar los ingresos de las privatizadas y las petroleras, y del otro, mejorar la caja estatal que maneja el ministro De Vido.
Esta suma de rapiñas llevó a una serie movilizaciones populares desde el verano del año pasado hasta entrado el invierno, las que llevaron a que el gobierno diera una marcha atrás parcial. El diario K Página/12 describe el proceso así: “El clima adverso a la quita del subsidio se había potenciado, el año pasado, porque la medida coincidía con la recomposición tarifaria dispuesta a fines de 2008. Ante el salto en el consumo de los meses de invierno, la acumulación de variaciones explotó en el valor de las facturas. En aquel momento fueron frecuentes los reclamos por boletas que cuadruplicaban o quintuplicaban valores anteriores” (30/7).
Este año, la reacción popular al tarifazo es más aplacada. ¿Por qué? Por una maniobra. “Este año, en cambio, no se percibió ninguna de esas consecuencias”, dice Página en referencia a las protestas populares, “porque el esquema tarifario modificado a partir de agosto del año pasado combinó el retiro del subsidio a grandes consumidores con la fecha de baja estacional en la demanda” (ídem). Como el consumo cae con los primeros calores de la primavera y más aún en el verano, se supone que el tarifazo pasa más desapercibido.
La otra causa está en la nula reacción de la oposición. El año pasado se envalentonaban en el Congreso, amenazando con tirar abajo todos los aumentos. Esta vez, no han dicho ni mu. Miran para otro lado porque defienden los mayores ingresos para las privatizadas y petroleras y porque, además, defienden la caja estatal, así esté en manos del kirchnerismo, porque asegurar el pago de la deuda pública es una política de Estado que une a oficialistas y opositores. Es decir, el tarifazo ha pasado, en parte. Ahora, en el gobierno esperan que pase del todo, y esto es lo que han olfateado los especuladores, que compraron masivamente acciones de las compañías de energía que cotizan en la Bolsa (Clarín, 30/7).
Los aumentos se han disparado también en autopistas, pre-pagas y naftas. El gobierno está retirando subsidios, que es un eje fundamental del FMI, para poder negociar con el Club de París y para volver al endeudamiento internacional. Aprovecha para hacerlo la devaluación del dólar, que convierte un aumento en pesos en un aumento mucho mayor en dólares, que es lo que le interesa a los pulpos. Al margen de esto, sin embargo, los tarifazos acentuarán la suba de precios y el deterioro de todas las condiciones sociales.
Es falso. Las tarifas del gas del año pasado contenían un aumento de 2008 que iba desde el 43% para los consumos muy bajos hasta 56% para los más altos. Si a esto se le agrega el cargo tarifario (que es lo único cuestionado en la Justicia), los aumentos van del 78 al 150%. A lo que hay que agregar la decisión del gobierno, en 2009, de reducir el subsidio con el que reducía el costo del consumo de energía de los hogares.
Es decir, entre 2008 y 2009 los bolsillos de los trabajadores argentinos fueron saqueados por decisiones del gobierno para, de un lado, mejorar los ingresos de las privatizadas y las petroleras, y del otro, mejorar la caja estatal que maneja el ministro De Vido.
Esta suma de rapiñas llevó a una serie movilizaciones populares desde el verano del año pasado hasta entrado el invierno, las que llevaron a que el gobierno diera una marcha atrás parcial. El diario K Página/12 describe el proceso así: “El clima adverso a la quita del subsidio se había potenciado, el año pasado, porque la medida coincidía con la recomposición tarifaria dispuesta a fines de 2008. Ante el salto en el consumo de los meses de invierno, la acumulación de variaciones explotó en el valor de las facturas. En aquel momento fueron frecuentes los reclamos por boletas que cuadruplicaban o quintuplicaban valores anteriores” (30/7).
Este año, la reacción popular al tarifazo es más aplacada. ¿Por qué? Por una maniobra. “Este año, en cambio, no se percibió ninguna de esas consecuencias”, dice Página en referencia a las protestas populares, “porque el esquema tarifario modificado a partir de agosto del año pasado combinó el retiro del subsidio a grandes consumidores con la fecha de baja estacional en la demanda” (ídem). Como el consumo cae con los primeros calores de la primavera y más aún en el verano, se supone que el tarifazo pasa más desapercibido.
La otra causa está en la nula reacción de la oposición. El año pasado se envalentonaban en el Congreso, amenazando con tirar abajo todos los aumentos. Esta vez, no han dicho ni mu. Miran para otro lado porque defienden los mayores ingresos para las privatizadas y petroleras y porque, además, defienden la caja estatal, así esté en manos del kirchnerismo, porque asegurar el pago de la deuda pública es una política de Estado que une a oficialistas y opositores. Es decir, el tarifazo ha pasado, en parte. Ahora, en el gobierno esperan que pase del todo, y esto es lo que han olfateado los especuladores, que compraron masivamente acciones de las compañías de energía que cotizan en la Bolsa (Clarín, 30/7).
Los aumentos se han disparado también en autopistas, pre-pagas y naftas. El gobierno está retirando subsidios, que es un eje fundamental del FMI, para poder negociar con el Club de París y para volver al endeudamiento internacional. Aprovecha para hacerlo la devaluación del dólar, que convierte un aumento en pesos en un aumento mucho mayor en dólares, que es lo que le interesa a los pulpos. Al margen de esto, sin embargo, los tarifazos acentuarán la suba de precios y el deterioro de todas las condiciones sociales.
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