Se juntaron al principio, cuando estalló la crisis en Soldati, para mandar la Federal y la Metropolitana -y dejar a su paso dos muertos, a cuyos familiares la Presidenta recibió varios días después- "sin fotógrafos ni periodistas", pero con el conocimiento de todo el mundo.
Se volvieron a juntar una semana más tarde -luego de agravar la crisis con imputaciones recíprocas de todo tipo, mientras las patotas se cobraban otra vida.
El acuerdo que tejieron al final apuntó al mismo propósito que tuvo el operativo criminal del comienzo: desalojar el Parque.
Los términos de ese acuerdo son tan hipócritas como vacíos: Cristina dice que va poner un peso para viviendas allí donde Macri ponga otro -como fulleros en un Casino.
No puede poner nada un hombre que incumple con el presupuesto que tiene asignado -un 0,9% del total, cuya mitad se consume en gastos administrativos (curros).
Macri ya aclaró que se limitará a abrir calles, instalar comisarías y asegurar los camiones levanta-mierdas.
Un verso -como se dice.
El acuerdo dice también que quien lucha no recibirá nada de lo que no piensan darle; a este espíritu combativo, La Cámpora lo llama ‘militancia'.
No solamente esto; también perderá otras asignaciones asistenciales.
No es un acuerdo para dar concesiones, sino para amenazar con represalias.
Con este acuerdo de represalias bajo el brazo ingresa la derechohumanista Garré a desarrollar la "seguridad democrática".
¿Habrá otras cosas que no se han dicho?
Dado que la disputa entre ellos no tiene que ver con los intereses del pueblo sino con los suyos, suponemos que llegaron a un arreglo político: que Macri no adelante las elecciones antes de junio.
Los dos se sacaron un peso de encima: Macri una crisis interna -de quienes no quieren su candidatura ‘testimonial'- y los K una derrota al comienzo del año electoral.
El acuerdo ha fortalecido a Macri -el xenófobo impuso su línea de orden-, los K se enfrentan a una crisis política en el gabinete.
Si esta especie fracasada pretende ser el parate contra la derecha, estamos en el horno.
Las conclusiones se desprenden solas.
Se volvieron a juntar una semana más tarde -luego de agravar la crisis con imputaciones recíprocas de todo tipo, mientras las patotas se cobraban otra vida.
El acuerdo que tejieron al final apuntó al mismo propósito que tuvo el operativo criminal del comienzo: desalojar el Parque.
Los términos de ese acuerdo son tan hipócritas como vacíos: Cristina dice que va poner un peso para viviendas allí donde Macri ponga otro -como fulleros en un Casino.
No puede poner nada un hombre que incumple con el presupuesto que tiene asignado -un 0,9% del total, cuya mitad se consume en gastos administrativos (curros).
Macri ya aclaró que se limitará a abrir calles, instalar comisarías y asegurar los camiones levanta-mierdas.
Un verso -como se dice.
El acuerdo dice también que quien lucha no recibirá nada de lo que no piensan darle; a este espíritu combativo, La Cámpora lo llama ‘militancia'.
No solamente esto; también perderá otras asignaciones asistenciales.
No es un acuerdo para dar concesiones, sino para amenazar con represalias.
Con este acuerdo de represalias bajo el brazo ingresa la derechohumanista Garré a desarrollar la "seguridad democrática".
¿Habrá otras cosas que no se han dicho?
Dado que la disputa entre ellos no tiene que ver con los intereses del pueblo sino con los suyos, suponemos que llegaron a un arreglo político: que Macri no adelante las elecciones antes de junio.
Los dos se sacaron un peso de encima: Macri una crisis interna -de quienes no quieren su candidatura ‘testimonial'- y los K una derrota al comienzo del año electoral.
El acuerdo ha fortalecido a Macri -el xenófobo impuso su línea de orden-, los K se enfrentan a una crisis política en el gabinete.
Si esta especie fracasada pretende ser el parate contra la derecha, estamos en el horno.
Las conclusiones se desprenden solas.
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