Apoyemos activamente a los docentes, petroleros, estudiantes y a todo el pueblo del Sur
Los encuestadores gastan tiempo y palabras queriendo predecir "a dónde va Argentina". Pero esa pregunta ya tiene una respuesta. Y está en el extremo sur del país. Por un lado, la extorsión de Repsol. Exige mayores precios para el petróleo y las naftas, mientras ningunea las aspiraciones de sus trabajadores.
Los beneficios de esta doble expoliación se van del país: alimentan la caja de sus accionistas quebrados en España. Para asegurar este saqueo, los pulpos no vacilan en someter a Santa Cruz al sabotaje de la producción y las reservas.
Un gobierno kirchnerista, el de Peralta, acepta esa extorsión. Y traslada el desquicio de la provincia sobre su pueblo.
En oposición a ello, todo Santa Cruz se ha puesto de pie. Los docentes cumplen dos meses de una huelga extraordinaria sostenida con piquetes, asambleas populares y movilizaciones masivas.
Los petroleros defienden el derecho a tomar en sus manos el destino de su sindicato, sin burócratas ni interventores.
Los obreros de la construcción quieren terminar con la tercerización y los desocupados reclaman puestos genuinos de trabajo.
"Nosotros no vamos a pagar la crisis de Repsol", parecen decirnos todos ellos.
Los alcahuetes oficiales dirán que Santa Cruz "está muy lejos". Mientras apoyan, claro está, al gobierno que manda la Gendarmería contra docentes y petroleros.
No pueden, ni quieren ver, que en la gesta de Santa Cruz está presente la bancarrota capitalista, cuyo escenario se reproduce a la escala del planeta.
No se trata ya de Grecia o Irlanda, a las puertas de la cesación de pagos. La tan pregonada "reactivación" yanqui no pasa de ser un espejismo. También lo serán las infladas economías "emergentes", de cara a un agravamiento general.
En todos lados, los gobiernos que pilotean la crisis se hacen trizas.
Santa Cruz es el mundo, sí. Pero es también la Argentina.
El desafío que enfrentamos es el mismo: o la crisis la pagan los capitalistas, a través de una reorganización social, o la pagan los trabajadores, a costa de sus condiciones de vida y su futuro.
Con los K -agentes políticos de petroleras, mineras y telefónicas-, la crisis la pagarán los trabajadores. Como ya viene ocurriendo, por otra parte, a través de la carestía galopante en beneficio de los pulpos. Y lo mismo nos deparan los Alfonsín, Binner, De Narváez o Duhalde, emisarios por igual de los explotadores.
En oposición a ellos, EL FRENTE DE IZQUIERDA ES EL INSTRUMENTO DE UNA LUCHA ANTICAPITALISTA.
Constituyamos y reforcemos sus comités de apoyo en todo el país.
Los beneficios de esta doble expoliación se van del país: alimentan la caja de sus accionistas quebrados en España. Para asegurar este saqueo, los pulpos no vacilan en someter a Santa Cruz al sabotaje de la producción y las reservas.
Un gobierno kirchnerista, el de Peralta, acepta esa extorsión. Y traslada el desquicio de la provincia sobre su pueblo.
En oposición a ello, todo Santa Cruz se ha puesto de pie. Los docentes cumplen dos meses de una huelga extraordinaria sostenida con piquetes, asambleas populares y movilizaciones masivas.
Los petroleros defienden el derecho a tomar en sus manos el destino de su sindicato, sin burócratas ni interventores.
Los obreros de la construcción quieren terminar con la tercerización y los desocupados reclaman puestos genuinos de trabajo.
"Nosotros no vamos a pagar la crisis de Repsol", parecen decirnos todos ellos.
Los alcahuetes oficiales dirán que Santa Cruz "está muy lejos". Mientras apoyan, claro está, al gobierno que manda la Gendarmería contra docentes y petroleros.
No pueden, ni quieren ver, que en la gesta de Santa Cruz está presente la bancarrota capitalista, cuyo escenario se reproduce a la escala del planeta.
No se trata ya de Grecia o Irlanda, a las puertas de la cesación de pagos. La tan pregonada "reactivación" yanqui no pasa de ser un espejismo. También lo serán las infladas economías "emergentes", de cara a un agravamiento general.
En todos lados, los gobiernos que pilotean la crisis se hacen trizas.
Santa Cruz es el mundo, sí. Pero es también la Argentina.
El desafío que enfrentamos es el mismo: o la crisis la pagan los capitalistas, a través de una reorganización social, o la pagan los trabajadores, a costa de sus condiciones de vida y su futuro.
Con los K -agentes políticos de petroleras, mineras y telefónicas-, la crisis la pagarán los trabajadores. Como ya viene ocurriendo, por otra parte, a través de la carestía galopante en beneficio de los pulpos. Y lo mismo nos deparan los Alfonsín, Binner, De Narváez o Duhalde, emisarios por igual de los explotadores.
En oposición a ellos, EL FRENTE DE IZQUIERDA ES EL INSTRUMENTO DE UNA LUCHA ANTICAPITALISTA.
Constituyamos y reforcemos sus comités de apoyo en todo el país.
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