lunes, 8 de agosto de 2011

La CGT de arrugue en arrugue

POR UN SALARIO MINIMO DE 3 MIL PESOS

Por un confederal con mandato de asamblea de cada gremio

La CGT reclamó 2.600 pesos de salario mínimo. Como se trata del 41% de aumento en ese piso salarial (hoy en 1.840 pesos), muchos interpretan un pase de facturas al gobierno por la marginación en las listas para octubre.
En realidad, estos choques arrecian al interior del Consejo Directivo, con el pretexto de las reivindicaciones insatisfechas. Los aumentos salariales y el aguinaldo dejaron ver, en los sectores más altos, el impacto del impuesto a la cuarta categoría. El congelamiento de los salarios familiares es aprovechado para abultar el superávit de la Anses, que se destina al pago de la deuda externa o a préstamos subsidiados a empresas capitalistas. Por otro lado, la deuda de 10 mil millones de pesos del gobierno con las obras sociales por tratamientos complejos (APE) apuntaría a dejar el manejo de este fondo en manos de la camarilla oficial.
La más grande victoria obrera de los últimos tiempos, el pase a planta de 3.500 ferroviarios, la llevó adelante el clasismo -contra la burocracia sindical.
En este cuadro, el pedido de un aumento del salario mínimo es un modesto intento de reacomodamiento. En primer lugar, porque los convenios están arriba de eso, los rurales y empleadas domésticas están fuera del sistema, así como los trabajadores en negro también -que son quienes constituyen la masa que gana en esos niveles salariales de pobreza. Las patronales han advertido que no aceptarán más que un 24% -o sea llevar el mínimo a 2.300 pesos.
Varias coordenadas confluyen hacia un cuadro de crisis.
Moyano, que oportunamente cerró filas con el duhaldista Venegas ante su detención (en defensa propia) y reivindicó a Zanola, ahora guarda silencio ante el caso Martínez, agente delator durante la dictadura. Otro tanto ocurre con Quintana, el segundo de Andrés Rodríguez en UPCN y financista de Bruera, intendente de La Plata, encontrado con una valija tipo Antonini en la frontera uruguaya. Como Martínez, es el posible sucesor K en la CGT, aunque algunos moyanistas fantasean con la continuidad de Moyano.
El inmovilismo de la CGT no es la expresión de una crisis circunstancial. Es una crisis de conjunto de la burocracia sindical, que carece de política ante las necesidades y tendencias más profundas de la clase obrera.
Defendamos un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar y el 82% móvil para los jubilados.

Néstor Pitrola

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