martes, 6 de septiembre de 2011

Chile: hasta la victoria de los reclamos

Una crisis política que encubre maniobras contra los estudiantes

Luego de la huelga general de 48 horas impulsada por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) la última semana, el asesinato de Manuel Gutiérrez Reinoso, de 16 años, incrementó la bronca contra el desprestigiado gobierno de Piñera -26% de apoyo, y obligó al mismo a convocar a una mesa de negociación con el movimiento estudiantil. Se ha abierto una crisis política, que no tiene antecedentes en la historia del pos-pinochetismo. La CUT y la Federación Estudiantil han reforzado el reclamo de una Asamblea Constituyente. Pretenden por esta vía recuperar la gratuidad, al menos parcial, de la educación, y dar lugar a reclamos políticos para cambiar la representación electoral que favorece el bipartidismo.
La Confederación Nacional de Estudiantes (Confech) anunció que concurrirá a la convocatoria al diálogo efectuada por el presidente Piñera, que se postergó para el sábado próximo. La presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), Camila Vallejo, señaló que la asistencia será solamente una instancia para emplazar “cara a cara” al Mandatario, pero advirtió, contradictoriamente, que “No podemos entrar a dialogar cuando la contraparte te está reprimiendo”.
Los universitarios condicionaron el acercamiento a la respuesta del gobierno a los 12 puntos presentados por la Confech, entre los que se encuentran la gratuidad, el fin al lucro y de la educación municipalizada.
La huelga de la CUT
Bajo el lema “Chile debe ser distinto”, unas 80 organizaciones sociales y los partidos de oposición (Concertación y Comunista) fueron convocantes del primer paro general contra el gobierno de Piñera.
La adhesión al paro de los funcionarios públicos fue de un 80%, según la CUT, pero en el sector privado fue muy inferior. Los mineros del cobre declararon su apoyo a las protestas, pero no se sumaron al paro. La legislación laboral, instaurada por Pinochet y su ministro José Piñera (hermano mayor del actual presidente), sanciona las huelgas en las empresas privadas y pone trabas a la formación de sindicatos. La Concertación democristiano-socialista nunca modificó esta legislación.
La movilización estudiantil, que según todas las encuestas tiene un 80% de apoyo, despertó una creciente participación obrera en las multitudinarias movilizaciones realizadas durante los últimos tres meses.
El medio millón de personas movilizadas contrastó claramente con la “normalidad” que pretendió darle el gobierno a la jornada. El saldo oficial de 53 manifestantes heridos y 1.394 detenidos muestra la represión salvaje que desató el gobierno, en una jornada de lucha que pasará a la historia por el asesinato del joven Manuel Gutiérrez por los carabineros.
Sin autoridad
El paro, convocado en principio para octubre, fue adelantado por la presión de la crisis política. Los intentos de la dirección de la CUT por legitimarse en este proceso no parecen haber dado resultado; tampoco los de los sectores de la Concertación. “Veinte años estuvieron en el Gobierno y ahora se les hincha el pecho y el corazón. Se vienen a reír del pueblo y no tienen una gota de socialistas”, increpó un manifestante a los dirigentes del Partido Socialista presentes en una de las movilizaciones el día del paro (ElPaís.com).
Este rechazo es el que ha impedido por el momento a los partidos de la Concertación y el PC desviar la movilización hacia un compromiso parlamentario, en consonancia con lo que pretende Piñera.
Constituyente
La impasse del gobierno de Piñera se ha acentuado. Quiere el desgaste de la lucha, pero no puede doblegar la movilización. Quiere contrastar su gestión con la de los partidos de la oposición, pero los necesita para armar un arreglo en el parlamento.
En esta situación, han comenzado a ganar terreno los reclamos por una Asamblea Constituyente -que para algunos es el último recurso para detener el ascenso popular y evitar el desmantelamiento de la educación privada, mientras que para los sectores más avanzados aparece como una vía para destruir el Estado pinochetista. Nuestra opinión es que el ascenso puede ser profundizado hasta la completa capitulación del gobierno frente a los reclamos planteados por el movimiento estudiantil, por el desmantelamiento de la educación para los ricos.


Cristian Henkel

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