La banca robada
A estas horas, que Néstor Pitrola tendría asegurada su banca como diputado nacional por la provincia de Buenos Aires con los votos que acaba de obtener en las elecciones no es novedad para nadie. Está claro, por otra parte, que habría ocupado el lugar 24 entre los 35 elegidos -es decir por delante de 11 diputados con menos votos y menor legitimidad que el primer candidato en la lista del Frente de Izquierda. Se sabe menos que la anomalía es producto de un sistema parido en su momento por la dictadura militar y convalidado luego por los sucesivos gobiernos de la democracia.
En la provincia de Buenos Aires, como en todo el país para los cargos nacionales, rige el antidemocrático piso del 3% del padrón electoral como condición para acceder a una banca. El sustento “jurídico” es el Código Electoral Nacional sancionado en 1983 bajo la dictadura de Bignone. Ese requisito, eliminado para cargos provinciales en varios distritos (Capital y Córdoba, entre ellos), rige hoy para los cargos nacionales, luego de ser preservado por todos los gobiernos de la “democracia”.
Esta valla quedó planteada en Santa Fe cuando el candidato de Proyecto Sur a diputado provincial -Carlos del Frade- no pudo ocupar su banca a pesar de superar el 3% de los votos “válidamente emitidos”, piso exigido en la convocatoria electoral. El Tribunal Electoral rechazó la pretensión con el planteo de que el piso de votos debía calcularse sobre la totalidad del padrón, invocando una ley provincial que tomó como modelo el Código Electoral Nacional aprobado por la dictadura en las vísperas de la elección del Alfonsín.
En la provincia, como en la “década infame”
“Hacia abajo”, en la propia provincia, existe un régimen de proscripción que, por su sofisticación y múltiples variantes, ha sido colocado como modelo de estudio en facultades de ciencias políticas.
Primero, porque en lugar del reparto proporcional que se utiliza para integrar el Congreso de la Nación (desde ya, luego de superar el antidemocrático piso del 3%), los cargos en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires se distribuyen con el sistema de cocientes, que toma la cantidad de votos válidos y los divide por el número de cargos electivos en juego, estableciendo un piso mínimo para acceder a una banca.
La imposición de este sistema ha llevado a que los partidos que dominan el régimen político -concretamente el PJ y la UCR- hayan tenido un tercio de representantes por encima de lo que les correspondería de aplicarse un sistema de representación proporcional.
En segundo lugar, el régimen de la “década infame” impuso en 1934 -bajo el gobierno de un Martínez de Hoz- la división de la provincia en ocho secciones electorales, una reforma política nada ingenua. La división permite que los distritos menos poblados o dominados por la oligarquía en su tiempo tuvieran una representación similar o mayor que los populosos distritos obreros del Gran Buenos Aires. Sólo a modo de ejemplo, la primera sección electoral -que abarca toda la zona norte y oeste del GBA- con 3.652.490 empadronados en 2009 elige 15 diputados y ocho senadores, uno cada 158.804. La sexta, del sudoeste de la provincia con centro en Bahía Blanca, elige once diputados y seis senadores, es decir un representante cada 33.264 votantes. Con todos sus rasgos fraudulentos, se ha mantenido en pie durante setenta y cinco años por un acuerdo básico entre el PJ y la UCR.
¿Concejal?
En el caso de los concejales, la proscripción es aún más elaborada. Los distritos del GBA tienen, en promedio, entre veinte y veinticuatro concejales, según la cantidad de habitantes, los que se renuevan de a mitades. Si para ser diputado nacional hay que superar el antidemocrático 3%, para ser concejal en un distrito como Merlo se requiere un 8,33%. ¿Por qué? El “sistema” establece un cociente electoral obtenido de tomar la cantidad de votos válidos y dividirlos por el número de cargos electivos en juego. Este cociente es el piso mínimo de adhesión para participar en el reparto de bancas ¿Y los puestos que “sobran” luego de este reparto de bancas? Se reparten entre los más votados, es decir entre los mismos.
Naturalmente, “si se aplicara el sistema proporcional D’Hont a la actual composición de los consejos deliberantes, hallaríamos que hay concejales electos con cero votos en varios municipios” (La Nación, 27/6/09).
Es el mismo “sistema” que se utiliza para acceder a la Legislatura y tiene la marca de origen del “bipartidismo”, aunque hoy sirva para bloquear el acceso del Frente de Izquierda al Congreso nacional, la Legislatura o los concejos deliberantes.
Denunciemos y rechacemos la regimentación política. Fuera los “pisos”, los cocientes fraudulentos, las secciones amañadas y todos los mecanismos que tienden a bloquear la representación política de los explotados.
En la provincia de Buenos Aires, como en todo el país para los cargos nacionales, rige el antidemocrático piso del 3% del padrón electoral como condición para acceder a una banca. El sustento “jurídico” es el Código Electoral Nacional sancionado en 1983 bajo la dictadura de Bignone. Ese requisito, eliminado para cargos provinciales en varios distritos (Capital y Córdoba, entre ellos), rige hoy para los cargos nacionales, luego de ser preservado por todos los gobiernos de la “democracia”.
Esta valla quedó planteada en Santa Fe cuando el candidato de Proyecto Sur a diputado provincial -Carlos del Frade- no pudo ocupar su banca a pesar de superar el 3% de los votos “válidamente emitidos”, piso exigido en la convocatoria electoral. El Tribunal Electoral rechazó la pretensión con el planteo de que el piso de votos debía calcularse sobre la totalidad del padrón, invocando una ley provincial que tomó como modelo el Código Electoral Nacional aprobado por la dictadura en las vísperas de la elección del Alfonsín.
En la provincia, como en la “década infame”
“Hacia abajo”, en la propia provincia, existe un régimen de proscripción que, por su sofisticación y múltiples variantes, ha sido colocado como modelo de estudio en facultades de ciencias políticas.
Primero, porque en lugar del reparto proporcional que se utiliza para integrar el Congreso de la Nación (desde ya, luego de superar el antidemocrático piso del 3%), los cargos en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires se distribuyen con el sistema de cocientes, que toma la cantidad de votos válidos y los divide por el número de cargos electivos en juego, estableciendo un piso mínimo para acceder a una banca.
La imposición de este sistema ha llevado a que los partidos que dominan el régimen político -concretamente el PJ y la UCR- hayan tenido un tercio de representantes por encima de lo que les correspondería de aplicarse un sistema de representación proporcional.
En segundo lugar, el régimen de la “década infame” impuso en 1934 -bajo el gobierno de un Martínez de Hoz- la división de la provincia en ocho secciones electorales, una reforma política nada ingenua. La división permite que los distritos menos poblados o dominados por la oligarquía en su tiempo tuvieran una representación similar o mayor que los populosos distritos obreros del Gran Buenos Aires. Sólo a modo de ejemplo, la primera sección electoral -que abarca toda la zona norte y oeste del GBA- con 3.652.490 empadronados en 2009 elige 15 diputados y ocho senadores, uno cada 158.804. La sexta, del sudoeste de la provincia con centro en Bahía Blanca, elige once diputados y seis senadores, es decir un representante cada 33.264 votantes. Con todos sus rasgos fraudulentos, se ha mantenido en pie durante setenta y cinco años por un acuerdo básico entre el PJ y la UCR.
¿Concejal?
En el caso de los concejales, la proscripción es aún más elaborada. Los distritos del GBA tienen, en promedio, entre veinte y veinticuatro concejales, según la cantidad de habitantes, los que se renuevan de a mitades. Si para ser diputado nacional hay que superar el antidemocrático 3%, para ser concejal en un distrito como Merlo se requiere un 8,33%. ¿Por qué? El “sistema” establece un cociente electoral obtenido de tomar la cantidad de votos válidos y dividirlos por el número de cargos electivos en juego. Este cociente es el piso mínimo de adhesión para participar en el reparto de bancas ¿Y los puestos que “sobran” luego de este reparto de bancas? Se reparten entre los más votados, es decir entre los mismos.
Naturalmente, “si se aplicara el sistema proporcional D’Hont a la actual composición de los consejos deliberantes, hallaríamos que hay concejales electos con cero votos en varios municipios” (La Nación, 27/6/09).
Es el mismo “sistema” que se utiliza para acceder a la Legislatura y tiene la marca de origen del “bipartidismo”, aunque hoy sirva para bloquear el acceso del Frente de Izquierda al Congreso nacional, la Legislatura o los concejos deliberantes.
Denunciemos y rechacemos la regimentación política. Fuera los “pisos”, los cocientes fraudulentos, las secciones amañadas y todos los mecanismos que tienden a bloquear la representación política de los explotados.
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