jueves, 23 de agosto de 2012

La hora de la verdad

Ninguno de los 17 imputados accedió a declarar. Todos ellos se reservaron la posibilidad de “hacerlo más adelante”. Pedraza, sus patoteros y los policías que participaron del plan criminal decidieron ampararse cobardemente en el silencio y especular con el desarrollo del juicio. Proclaman su inocencia en “cartas abiertas” y solicitadas, pero se niegan a responder a las preguntas de los abogados en un interrogatorio público. Fuera del tribunal, los Pedraza apelan a la intimidación contra testigos y trabajadores ferroviarios. Juegan a fondo en el copamiento oficialista de la CGT y a la alianza con la burocracia de los ´gordos´ y los Gerardo Martínez, con la expectativa de arrancar al poder político un compromiso de impunidad. Dentro del tribunal, las pruebas reunidas contra los 17 son abrumadoras.
Los compañeros de Mariano toman la palabra
Al cierre de esta edición, declararon cuatro compañeros de Mariano, presentes en el lugar y el momento del crimen: Nelson Aguirre, Lisandro Martínez, Eduardo “Chiquito” Belliboni y el abogado Gustavo Mendieta. Por primera vez, desde que comenzó el juicio, en la sala de audiencias comenzó a brotar la verdad de labios de los protagonistas de la situación. Los compañeros relataron pormenorizadamente el desarrollo de los hechos en la cara misma de los imputados presentes en la sala.Todos ellos describieron el intento de subir el terraplén a la altura de Barracas, la primera agresión de la patota a pedradas, la represión con balas de goma de la infantería, el repliegue sobre la calle Luján, los compañeros heridos, la asamblea que decide dar por concluida la movilización, la marcha hacia la avenida Vélez Sarsfield para desconcentrar, la embestida a la carrera del centenar de patoteros, el improvisado cordón para contenerlos y resguardar al resto que continúa marchando, la agresión a piedrazos y botellazos, los disparos, las heridas que recibió, Mariano caído, la patota que huye, Elsa, la ambulancia, el hospital Argerich, la concentración en Callao y Corrientes…
“Formamos un cordón de quince o veinte compañeros para contener a la patota que corría hacia nosotros, porque pensamos que si nos alcanzaban el resultado podía ser todavía peor. Improvisamos el cordón para proteger a los compañeros más vulnerables, en la columna había mujeres mayores y chicos”, relató Nelson, que lloró al recordar a Mariano.
Lisandro Martínez, dirigente del PO de la zona sur del Gran Buenos Aires, explicó el conflicto de los tercerizados: “Los reclamos estaban originados en el despido de 117 trabajadores de las contratistas y en la diferenciación salarial que hay entre un trabajador de planta y un tercerizado. También denunciamos que quienes reciben el dinero del Estado para el pago de salarios, retienen parte del dinero que va directamente al bolsillo de los empresarios. En una de las asambleas recibimos la denuncia de uno de los gerentes de Ugofe que reclamaba que la empresa pagaba a los jerárquicos un 30% menos de lo que recibía del Estado para esos sueldos”. Señaló que en julio de aquel año, un corte de vías a la altura de Avellaneda había dado lugar a reuniones, pero que luego de 23 audiencias en el Ministerio de Trabajo y en la Secretaría de Transporte, que no arrojaron ningún resultado, los tercerizados resolvieron volver a cortar las vías el 20 de octubre. Luego realizó una pormenorizada descripción de los hechos y de uno de los tiradores. “La patota en ningún momento se propuso traspasar el cordón que habíamos formado. Tiraron y huyeron. Tiraron a matar porque defendían un negocio”, declaró.
Eduardo Belliboni relató nuevamente el recorrido de la manifestación y se explayó en particular sobre el ataque de la patota: “En un momento, Nelson me advierte ´están tirando con plomo´. Me di vuelta y lo vi con el pantalón ensangrentado. Entonces vi a una persona de remera celeste o gris que disparaba agazapado, con las rodillas flexionadas en el medio de la calle, apuntando al cuerpo. Cuando la jueza Wilma López me preguntó si lo reconocía le dije que no, pero después de verlo en los medios, vi que esa persona era Cristian Favale”. “Chiquito” y Lisandro describieron la actuación policial como “funcional a la patota”.
El último en declarar fue Gustavo Mendieta, que era el abogado de los trabajadores tercerizados y en ese carácter participó de la movilización del 20 de octubre del 2010. Su testimonio tuvo el valor de poner de manifiesto las permanentes dilaciones de la Ugofe y el Ministerio de Trabajo contra el reclamo de los trabajadores tercerizados. Señaló que los funcionarios del Ministerio de Trabajo le habían expresado que la Unión Ferroviaria y La Fraternidad eran las que más se oponían a la reincorporación de los despedidos y al pase a planta de los tercerizados ferroviarios. Algunos abogados defensores intentaron desacreditar su testimonio mediante chicanas formales. Llegaron al absurdo de pedir su procesamiento por “falso testimonio” y su inmediata detención, queriendo colocar a las víctimas en el banquillo de los acusados. La fiscalía y las querellas rechazaron de plano ambos pedidos. El Tribunal desestimó el pedido de detención y difirió para el momento de la sentencia pronunciarse sobre el pedido de las defensas.
La primera etapa del juicio, que insumió cuatro jornadas y media, transcurrió de este modo: con la exhibición de los videos y audios acumulados durante la investigación (algo innecesario, ya que las partes los conocen desde hace meses) y la lectura de las declaraciones de los diecisiete imputados, que se negaron a declarar.
A la luz de los testimonios -todavía deben declarar más de 30 compañeros que participaron de la movilización- queda cada vez más claro que las pruebas contra Pedraza, la patota y la policía son abrumadoras. Mientras la patota mantiene su silencio, la verdad comienza a resonar dentro de la sala de audiencias.
Jacyn

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