lunes, 6 de septiembre de 2010

CTA: una dirección incorregible

Intervengamos en la crisis y en las luchas con la Lista 3


Yasky ha sacado un programita con diez puntos, de los cuales, bien mirados, dos son un ataque directo a las luchas obreras: “que (la CTA) no se limite a posiciones y luchas testimoniales para pocos...”, “que construya unidad en la acción y amplia correlación de fuerzas que permita a los trabajadores pelear y ganar”. Para Yasky, cada una de las grandes huelgas docentes provinciales tienen carácter “testimonial” y, notoriamente, no cree en una “amplia correlación de fuerzas” a partir de un movimiento huelguístico de toda la docencia del país. Jamás extendendió las grandes huelgas de Santa Cruz, Neuquén, Salta o el Cuyo, por nombrar algunas de las más profundas; su estrategia fue armar mesas de conciliación obligatoria cuando los movimientos desbordaron la autoridad de las provincias y desconocieron las disposiciones del Ministerio nacional para disciplinar el movimiento. Es decir que Ctera y CTA “ampliaron” la fuerza del Estado contra los huelguistas, en lugar de ampliar la fuerza de los huelguistas contra el gobierno patrón. En la reciente paritaria del neumático, su hombre, Watsejko, cerró una discusión de tres meses de duración por diez puntos menos de lo reclamado, sin hacer media hora de paro.
Yasky busca atacar los paritos aislados de ATE, sus “cresponazos” y “papelazos”, propios de las “medidas creativas” del centroizquierda degennarista, pero los ataca por derecha. Yasky y Micelli, antes de dividirse, usaron y usan el argumento “antitestimonial” contra la gran huelga del casino flotante en oportunidad del despido de su cuerpo de delegados y activistas; lo mismo hicieron con la huelga de Kraft contra 162 despidos y, más recientemente, les pasó por el costado la gran huelga de la alimentación cordobesa, que cambió el escenario nacional de las paritarias.
La filosofía antihuelga de Yasky es, por lo tanto, un subproducto derechista de la crisis de la política “testimonial” de toda la CTA en estos últimos 19 años, jamás enderezada para arrancar las reivindicaciones o, inclusive, su propia personería con los métodos de la lucha de clases. Eso se aprecia en varios de los otros puntos. Por ejemplo, cuando plantea “ser protagonistas principales de la vida política de nuestro país y definir en qué lugar estamos cuando hay disputa con los sectores de poder”. Claro, hay un error de redacción, debería decir “entre los sectores de poder”, si se advierte que Yasky se alineó con el gobierno de la deuda externa, de las mineras, petroleras y telefónicas y Micheli-De Gennaro con la oposición sojera.
Yasky plantea también “una CTA que se apropie de los grandes logros (con este gobierno) como la nacionalización de las AFJPs”, pero se opone a luchar por el 82% convalidando el uso kirchnerista de los fondos de la Anses. O la “propiedad” de “la asignación por hijo”, pero apoyando que se pague con la plata de los jubilados, reservando presupuesto para la deuda externa. Yasky apoya la “ley de medios”, engranaje de una política a favor de las telefónicas, es decir de otro “sector del poder de las comunicaciones”. Y apoya también “la ley de financiamiento educativo”, la mentira mediante la cual se desfinancia a la educación y a los docentes. Saluda, finalmente, al gobierno por el logro de “las paritarias”, a las que el kirchnerismo regimenta mediante arbitrajes del Estado y de la burocracia sindical adicta, a la cual Yasky propone alinear a toda la CTA.
Yasky ve en todo esto “las huellas de la CTA” (punto 7), y tiene razón. El kirchnerismo se ha dado cuenta del verdadero carácter de todas las propuestas de la CTA, del Frenapo, del Encuentro de Rosario, de la Constituyente Social: son el instrumento de contención social ante la crisis capitalista, para mejor rescatar al capital. De manera que, otra vez, la integración al kirchnerismo es el producto más o menos derechista de la política histórica de la CTA, es decir de toda la vieja dirección. Recordemos que antes de esto, la misma política los llevó a aplaudir el ascenso de la Alianza y a integrar el Consejo Consultivo de Duhalde y de la Iglesia en el convulsionado 2002, después del Argentinazo.
El degennarismo, por su parte, se repite en su vieja política. Es lo que ocurrió con la reciente “jornada” del 26 de agosto, más “testimonial” imposible, colocada por fuera de la agenda de intervención en la crisis política en torno al 82%, una de las más grandes fisuras para una intervención obrera “autónoma” de los últimos años, o de de los movimientos huelguísticos por la reapertura de las paritarias. Es más, en dos gremios cuyos sindicatos tradicionales pararon por paritarias –bancarios y Foetra– los sindicatos (degennaristas) de la CTA llamaron a carnerear.
Las reivindicaciones, la defensa de los activistas, las nuevas organizaciones obreras, “se pelean y se ganan” con la lucha independiente contra “los factores de poder”.
A medida que avanza la campaña, ambas fracciones oficiales se muestran incorregibles.
Reforcemos cada día la campaña de la Lista 3 y su intervención en la batalla por el 82% y la reapertura de las paritarias.

Néstor Pitrola

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