No sorprende entonces que no tengan por objetivo reclamar la reapertura de las paritarias, el 82% móvil para los jubilados, el cese del pago de la deuda usuraria con el dinero de la Anses ni denunciar la dilapidación de las reservas del Banco Central, la entrega de la explotación minera a los pulpos internacionales y la destrucción de los glaciares ni protestar por la participación de las fuerzas armadas de Argentina en la ocupación de Haití y en las recientes maniobras conjuntas con el Pentágono para ‘proteger' el canal de Panamá.
Tampoco sorprende que no vayan a protestar a La Plata contra el endeudamiento internacional en que incurre el gobierno de Scioli, con el aval del gobierno nacional (acreedor de la mitad de la deuda de la provincia), a las tasas de interés que la Presidenta calificó como usurarias en su visita a los usureros de Wall Street.
Convocan a "tomar los tribunales" para que salga la ley contra el Monopolio, pero ocultan que es para transferir los medios de comunicación a otros dos grandes monopolios, Telefónica y Telecom, y el aparato del Estado nacional.
Le quieren sacar Fibertel a Clarín, un bellísimo propósito, para pasar los usuarios a Arnet de Telecom y Speedy de Telefónica; el kirchnerista Werthein acaba de firmar un acuerdo con Telecom Italia (controlada por Telefónica de España), para alinear los medios con la política oficial.
Los funcionarios rentados que impulsan las ‘movilizaciones' prometen otra en Santa Cruz -en este caso para ‘proteger' el unicato de más de una década del matrimonio oficial, que en ese menester ya volteó a dos gobernadores de su palo, sin que la prensa amarilla del oficialismo gritara contra el golpe de Estado.
La encarnizada defensa del matrimonio oficial, en este caso, apunta a encubrir la distracción de los 1.200 millones de dólares que cobró aquél por complicidad con la entrega de YPF.
El kirchnerismo digita estas movilizaciones para distraer la atención de la señalada agenda antipopular y de su propia crisis interna; después de todo, no sabe si la disputa entre los punteros bonaerenses de su propio palo le permitirá llegar unido a las elecciones de 2011.
En las elecciones recientes de la CTA su ‘pollo' acaba de hacer un enorme sapo a pesar de que contó con una canilla inagotable de recursos.
Es elemental distinguir una movilización popular de las que manipula un aparato o se realiza por presión del Estado; Chávez, a pesar de que se encuentra a miles de kilómetros a la izquierda de Kirchner, acaba de pagar las consecuencias de no hacer esta distinción.
Los trabajadores de Argentina tenemos nuestra agenda de reivindicaciones, que es bien conocida, entre las cuales figura en forma creciente la independencia y autonomía de las organizaciones sindicales y populares del Estado capitalista -cuya prioridad, repetimos, no es el 82% móvil sino hacer lo imposible para seguir con el desangre de la deuda externa y, por supuesto, ‘proteger' el enriquecimiento de la camarilla oficial.
Tampoco sorprende que no vayan a protestar a La Plata contra el endeudamiento internacional en que incurre el gobierno de Scioli, con el aval del gobierno nacional (acreedor de la mitad de la deuda de la provincia), a las tasas de interés que la Presidenta calificó como usurarias en su visita a los usureros de Wall Street.
Convocan a "tomar los tribunales" para que salga la ley contra el Monopolio, pero ocultan que es para transferir los medios de comunicación a otros dos grandes monopolios, Telefónica y Telecom, y el aparato del Estado nacional.
Le quieren sacar Fibertel a Clarín, un bellísimo propósito, para pasar los usuarios a Arnet de Telecom y Speedy de Telefónica; el kirchnerista Werthein acaba de firmar un acuerdo con Telecom Italia (controlada por Telefónica de España), para alinear los medios con la política oficial.
Los funcionarios rentados que impulsan las ‘movilizaciones' prometen otra en Santa Cruz -en este caso para ‘proteger' el unicato de más de una década del matrimonio oficial, que en ese menester ya volteó a dos gobernadores de su palo, sin que la prensa amarilla del oficialismo gritara contra el golpe de Estado.
La encarnizada defensa del matrimonio oficial, en este caso, apunta a encubrir la distracción de los 1.200 millones de dólares que cobró aquél por complicidad con la entrega de YPF.
El kirchnerismo digita estas movilizaciones para distraer la atención de la señalada agenda antipopular y de su propia crisis interna; después de todo, no sabe si la disputa entre los punteros bonaerenses de su propio palo le permitirá llegar unido a las elecciones de 2011.
En las elecciones recientes de la CTA su ‘pollo' acaba de hacer un enorme sapo a pesar de que contó con una canilla inagotable de recursos.
Es elemental distinguir una movilización popular de las que manipula un aparato o se realiza por presión del Estado; Chávez, a pesar de que se encuentra a miles de kilómetros a la izquierda de Kirchner, acaba de pagar las consecuencias de no hacer esta distinción.
Los trabajadores de Argentina tenemos nuestra agenda de reivindicaciones, que es bien conocida, entre las cuales figura en forma creciente la independencia y autonomía de las organizaciones sindicales y populares del Estado capitalista -cuya prioridad, repetimos, no es el 82% móvil sino hacer lo imposible para seguir con el desangre de la deuda externa y, por supuesto, ‘proteger' el enriquecimiento de la camarilla oficial.
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