Un disparo a la base de flotación del gobierno
El escándalo de corrupción que envuelve a la ONG Madres de Plaza de Mayo le ha dado una cuota necesaria de realismo a la campaña electoral. El gobierno -al cual los encuestadores (pagos) asignaban un triunfo aplastante en la primera vuelta- aparece inmerso ahora en una crisis política, cuyo alcance aún no se puede estimar. Los análisis políticos trazados a partir de las encuestas no pasan la prueba de los hechos, ya que excluyen los factores históricos en presencia, que son los que en definitiva explican la dinámica del proceso político.
La crisis desatada por la corruptela concentra todas las contradicciones del proceso político: 1) muestra que la cooptación de las organizaciones populares por parte del Estado produce el efecto contrario de quebrarlas como sustento político; 2) que la "política de derechos humanos de los K" oculta negociados millonarios; 3) que la obra pública desarrolla un proceso de tercerización laboral; 4) que al interior de las filas oficiales existe una disputa política agudísima; o sea que el kirchnerismo es una bolsa de gatos con ribetes ingobernables.
Este último punto ahora estalla con toda su fuerza. Mientras los funcionarios de mayor importancia del gobierno han querido circunscribir la responsabilidad de la corruptela en Schoklender y su grupo más cercano, otros sectores kirchneristas (como Estela de Carlotto, las Madres Línea Fundadora y el propio D'Elía) se deslindan de Hebe y le reclaman una rendición de cuentas por la utilización de los más de 700 millones de pesos. El enfrentamiento tiene toda la apariencia de un ajuste de cuentas por favores repartidos en forma desigual. Según D'Elía, los aviones de Schoklender podían haber sido utilizados para el tráfico de drogas. Otras denuncias salpican el apellido Kirchner, al involucrar a un primo del ex presidente en manejos turbios de fondos de la obra pública. En la misma línea, se afirma que la mesa de dinero usada por Schoklender para el cambio de cheques era la misma que usaban los empresarios involucrados en la causa de la "mafia de los medicamentos" -quienes financiaron parte de la campaña presidencial oficialista en 2007.
Las divisiones en el campo oficial se potencian. Se le atribuye a Moyano el (improbable) suministro de la información sobre los negociados de Schoklender y su pandilla. Moyano reclama que se le cierren las causas en su contra, especialmente la que tiene en la mira a su mujer por el manejo de la obra social. Moyano culpó a sectores kirchneristas por el corte de más de 24 horas que los camioneros realizaron para repudiar la muerte de un trabajador que no recibió atención en la obra social. La ambulancia que nunca llegó está tercerizada a una empresa de la familia de la esposa de Moyano. Por el lado de D'Elía, la denuncia contra Hebe y las sospechas sobre narcotráfico contra Schoklender están acompañadas por la exigencia de lugares en la lista del Frente para la Victoria.
A pesar de que las denuncias provienen del interior del kirchnerismo contra Schoklender, Hebe y funcionarios ligados a De Vido, el gobierno busca restaurar el discurso clásico de responsabilizar a la derecha para afectar la política de "derechos humanos". El problema está dentro del campo oficial. Si CFK tiene dudas sobre su candidatura para un nuevo mandato, la razón es la escasa capacidad de arbitraje que está mostrando para manejar estas contradicciones o para enfrentar denuncias que afecten a su propia familia.
En síntesis: cuando el gobierno se declaraba ganador por anticipado, le ha estallado una bomba, a la que hay que agregar la fuga de capitales, la crisis comercial con Brasil y la inflación. Esto recién empieza.
La crisis desatada por la corruptela concentra todas las contradicciones del proceso político: 1) muestra que la cooptación de las organizaciones populares por parte del Estado produce el efecto contrario de quebrarlas como sustento político; 2) que la "política de derechos humanos de los K" oculta negociados millonarios; 3) que la obra pública desarrolla un proceso de tercerización laboral; 4) que al interior de las filas oficiales existe una disputa política agudísima; o sea que el kirchnerismo es una bolsa de gatos con ribetes ingobernables.
Este último punto ahora estalla con toda su fuerza. Mientras los funcionarios de mayor importancia del gobierno han querido circunscribir la responsabilidad de la corruptela en Schoklender y su grupo más cercano, otros sectores kirchneristas (como Estela de Carlotto, las Madres Línea Fundadora y el propio D'Elía) se deslindan de Hebe y le reclaman una rendición de cuentas por la utilización de los más de 700 millones de pesos. El enfrentamiento tiene toda la apariencia de un ajuste de cuentas por favores repartidos en forma desigual. Según D'Elía, los aviones de Schoklender podían haber sido utilizados para el tráfico de drogas. Otras denuncias salpican el apellido Kirchner, al involucrar a un primo del ex presidente en manejos turbios de fondos de la obra pública. En la misma línea, se afirma que la mesa de dinero usada por Schoklender para el cambio de cheques era la misma que usaban los empresarios involucrados en la causa de la "mafia de los medicamentos" -quienes financiaron parte de la campaña presidencial oficialista en 2007.
Las divisiones en el campo oficial se potencian. Se le atribuye a Moyano el (improbable) suministro de la información sobre los negociados de Schoklender y su pandilla. Moyano reclama que se le cierren las causas en su contra, especialmente la que tiene en la mira a su mujer por el manejo de la obra social. Moyano culpó a sectores kirchneristas por el corte de más de 24 horas que los camioneros realizaron para repudiar la muerte de un trabajador que no recibió atención en la obra social. La ambulancia que nunca llegó está tercerizada a una empresa de la familia de la esposa de Moyano. Por el lado de D'Elía, la denuncia contra Hebe y las sospechas sobre narcotráfico contra Schoklender están acompañadas por la exigencia de lugares en la lista del Frente para la Victoria.
A pesar de que las denuncias provienen del interior del kirchnerismo contra Schoklender, Hebe y funcionarios ligados a De Vido, el gobierno busca restaurar el discurso clásico de responsabilizar a la derecha para afectar la política de "derechos humanos". El problema está dentro del campo oficial. Si CFK tiene dudas sobre su candidatura para un nuevo mandato, la razón es la escasa capacidad de arbitraje que está mostrando para manejar estas contradicciones o para enfrentar denuncias que afecten a su propia familia.
En síntesis: cuando el gobierno se declaraba ganador por anticipado, le ha estallado una bomba, a la que hay que agregar la fuga de capitales, la crisis comercial con Brasil y la inflación. Esto recién empieza.
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