En una reciente conferencia, el titular de la entidad, Diego Bossio, afirmó que la Anses apuesta a inversiones "que generen trabajo y potencien la economía". Según Bossio, la Anses incrementará "su participación en proyectos productivos" (Página/12, 16/9). Según esta versión, los fondos de la Anses -integrados por los aportes acumulados de los trabajadores- estarían siendo administrados de acuerdo con los intereses de la mayoría nacional y en función de un plan de conjunto. En la conferencia donde se dijo esto, estaba presente el presidente del fondo de pensiones de Japón. Llevado por las afirmaciones de Bossi, el cronista del diario llega a decir que "a diferencia de la experiencia argentina, el fondo nipón no invierte sus abundantes recursos en proyectos productivos, sino en acciones y bonos" (ídem).
Pero el "fondo" argentino no difiere del japonés -es lo que demuestran los propios informes de la Anses que llevan la firma de Bossio. A diciembre de 2010, el 55% de su cartera estaba colocada en títulos públicos. Son los bonos de deuda que el Estado le compró a acreedores internacionales o, lo que es lo mismo, el pago de la deuda externa con la plata de los jubilados. Otro 15% está colocado en acciones y títulos privados. En el caso de los títulos públicos, una devaluación o una bancarrota fiscal conduciría a igual destino a esa porción sustancial del "fondo de garantía". Las acciones privadas, por su parte, están sujetas a los vaivenes de los negocios capitalistas. Está claro, por lo tanto, que el "fondo de garantía" y sus resultados están condicionados a la marcha de los capitalistas y de su Estado.
Pero en lo que refiere a los "proyectos productivos" -el 11% de la cartera-, también se trata de recursos dirigidos, directa o indirectamente, a capitales privados. Tenemos, por un lado, al programa de "incentivos a la industria automotriz", que se reparte principalmente entre Peugeot, General Motors, VW y Ford -el que se llevó 450 millones en 2010. Una de las inversiones más importantes -casi 400 millones de dólares- fue destinada a la construcción de una nueva central eléctrica de la empresa cordobesa de energía. La obra -adjudicada a Siemens y al grupo K Electroenergía- está siendo investigada por sobreprecios.
Mal que le pese a Bossio, la evolución del Fondo de Garantía está sometida al destino de las corporaciones capitalistas, no del interés social general. Si la asignación universal por hijo y otras prestaciones sociales las paga la Anses, ello le permite al presupuesto nacional liberar recursos para, por ejemplo, seguir subsidiando a los privatizadores. Por lo tanto, el sistema previsional de los K continúa siendo un régimen de capitalización gerenciado por el Estado. La mayor prueba de ello es que el fondo no "sustenta" lo que debería ser su objetivo elemental: asegurar el pago del 82% móvil a los jubilados. En cambio, los haberes están sometidos a una "movilidad" que los relaciona, entre otros factores, con la recaudación del sistema previsional. Como lo haría una AFJP, el fondo condiciona el haber jubilatorio a los resultados de sus colocaciones, que a su vez dependen de la marcha de la deuda pública y de los dividendos capitalistas.
Para que el fondo sirva a la "economía en general", sus recursos -y los de toda la Anses -deberían ser colocados bajo la gestión de trabajadores y jubilados. A partir de allí, asegurar el pago del 82% móvil, reforzando sus ingresos con la restitución de los aportes patronales e impuestos extraordinarios a la clase capitalista que -precarización mediante- ha sido beneficiaria de la evasión previsional. Asegurando esa reivindicación fundamental, los fondos previsionales acumulados pueden ser aplicados a un plan de obras públicas y reindustrialización, en función de los intereses de la mayoría trabajadora y bajo su control directo.
Pero el "fondo" argentino no difiere del japonés -es lo que demuestran los propios informes de la Anses que llevan la firma de Bossio. A diciembre de 2010, el 55% de su cartera estaba colocada en títulos públicos. Son los bonos de deuda que el Estado le compró a acreedores internacionales o, lo que es lo mismo, el pago de la deuda externa con la plata de los jubilados. Otro 15% está colocado en acciones y títulos privados. En el caso de los títulos públicos, una devaluación o una bancarrota fiscal conduciría a igual destino a esa porción sustancial del "fondo de garantía". Las acciones privadas, por su parte, están sujetas a los vaivenes de los negocios capitalistas. Está claro, por lo tanto, que el "fondo de garantía" y sus resultados están condicionados a la marcha de los capitalistas y de su Estado.
Pero en lo que refiere a los "proyectos productivos" -el 11% de la cartera-, también se trata de recursos dirigidos, directa o indirectamente, a capitales privados. Tenemos, por un lado, al programa de "incentivos a la industria automotriz", que se reparte principalmente entre Peugeot, General Motors, VW y Ford -el que se llevó 450 millones en 2010. Una de las inversiones más importantes -casi 400 millones de dólares- fue destinada a la construcción de una nueva central eléctrica de la empresa cordobesa de energía. La obra -adjudicada a Siemens y al grupo K Electroenergía- está siendo investigada por sobreprecios.
Mal que le pese a Bossio, la evolución del Fondo de Garantía está sometida al destino de las corporaciones capitalistas, no del interés social general. Si la asignación universal por hijo y otras prestaciones sociales las paga la Anses, ello le permite al presupuesto nacional liberar recursos para, por ejemplo, seguir subsidiando a los privatizadores. Por lo tanto, el sistema previsional de los K continúa siendo un régimen de capitalización gerenciado por el Estado. La mayor prueba de ello es que el fondo no "sustenta" lo que debería ser su objetivo elemental: asegurar el pago del 82% móvil a los jubilados. En cambio, los haberes están sometidos a una "movilidad" que los relaciona, entre otros factores, con la recaudación del sistema previsional. Como lo haría una AFJP, el fondo condiciona el haber jubilatorio a los resultados de sus colocaciones, que a su vez dependen de la marcha de la deuda pública y de los dividendos capitalistas.
Para que el fondo sirva a la "economía en general", sus recursos -y los de toda la Anses -deberían ser colocados bajo la gestión de trabajadores y jubilados. A partir de allí, asegurar el pago del 82% móvil, reforzando sus ingresos con la restitución de los aportes patronales e impuestos extraordinarios a la clase capitalista que -precarización mediante- ha sido beneficiaria de la evasión previsional. Asegurando esa reivindicación fundamental, los fondos previsionales acumulados pueden ser aplicados a un plan de obras públicas y reindustrialización, en función de los intereses de la mayoría trabajadora y bajo su control directo.
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