Seis
pesos por día. Eso es lo que necesita un argentino para comer… según lo
que ‘informa’ el IndeK. El alcance de la falsificación de las
estadísticas oficiales ya llegó al ridículo.
Pero también, a la indignación popular.
Otras oficinas de estadísticas,
universitarias o provinciales, calculan que la canasta alimentaria es
cuatro veces mayor a la que ‘informa’ el gobierno.
Son cifras que desnudan ‘otra’ Argentina.
Un país donde la canasta de pobreza –comer, vestirse y viajar- está en los 6.300 pesos para una familia tipo.
La conclusión es clara.
La conclusión es clara.
La pobreza en la Argentina no es sólo una cuestión de desocupados o ‘excluidos’.
Una parte importante de la clase obrera no llega a la línea de pobreza.
Con seguridad, todos los precarizados, que representan más de un tercio de la fuerza laboral.
¿Qué decir de los 1880 pesos de jubilación mínima, que abarca al 75 por ciento de los jubilados?
Después de nueve años de kirchnerismo, el balance no puede ser más lapidario.
El crecimiento a tasas chinas, que llena
los discursos de la cadena nacional, sólo sirvió para enriquecer a los
Roggio, Cirigliano, o a los especuladores de la deuda pública.
Ante este panorama, los que gobiernan sólo tienen para ofrecernos más golpes al poder de compra del salario.
Ahí están los aumentos en las naftas, el gas, los peajes y el transporte.
Ahora, el gobierno de los ‘seis pesos’
por día va a sentar a las burocracias sindicales oficialistas al consejo
del salario mínimo. Sólo para que acaten, sin chistar, un rasero
salarial de miseria.
Los Macri y demás opositores no tienen un programa diferente.
No es de extrañar, por lo tanto, que los
dos –Macri y los K- se empeñaran a fondo contra el sindicato del subte y
su lucha por defender, en paritarias, sus conquistas salariales y
laborales.
Para defender nuestras reivindicaciones, luchemos por la independencia sindical y política de los sindicatos.
Y por unir al movimiento obrero con el socialismo revolucionario.
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